El 20 de febrero de 2009 se develó en el distrito de Barranco un monumento a la memoria de uno de los historiadores más conservadores que dio nuestro país, José Antonio del Busto Duturburu (Lima, 1932-2006). Este monumento fue gestionado por un grupo de amigos del difunto con apoyo de la Municipalidad de Barranco.
La ceremonia fue atendida por el alcalde barranquino, Antonio Mezarina Tong; el doctor Antonio Mabres, prorrector de la Universidad de Piura y el doctor Salomón Lerner.
Lo conocí en la Universidad Católica. Fue mi profesor en la especialidad de Historia. Cuando fui su alumno quedé asombrado con su insistencia en la trascendencia histórica de Pizarro y la captura del inca Atahualpa en la plaza de Cajamarca. Consideraba al conquistador como el fundador de la patria. La retirada del monumento a Francisco Pizarro, de la plaza de armas de la capital fastidió a del Busto, que había dedicado su vida a Pizarro. Cuestionó la decisión municipal diciendo: "Podrán sacarlo de ahí, pero de la historia jamás",
Del Busto destacó la importancia de Pizarro para reclamar territorio a favor de Perú, que podrían haber pasado a dominio de Chile y Bolivia, en las negociaciones ante la Corona española que antecedieron y sucedieron a la fundación de Lima en 1535.
La Dra. Pepi Patrón recuerda:
"Una acalorada discusión en una de las aulas grandes de Estudios Generales Letras de la Universidad Católica, con la presencia de un docente, pelo y barba blancos, autoridad en ese entonces. En un momento, participa un joven estudiante, representante gremial si no recuerdo mal. El profesor, que caminaba con las manos atrás, cerca de la gran pizarra, voltea y le dice: ¿Cuál es su merced? El muchacho se lo queda mirando y él le vuelve a preguntar: ¿Su merced? Silencio y pregunta: ¿Mi qué …? Yo no tengo eso. El profesor le responde muy serio: Su nombre, señor, todos tenemos un nombre. ¿No sabe usted que así se pregunta el nombre en buen castellano?"
El profesor era del Busto. Bajo su exterior serio era sarcástico, provocador y pedante. Para muchas promociones de estudiantes, era un hombre que hablaba a veces de manera rara, se parecía cada día más físicamente a Pizarro y enseñaba detalles insólitos que no tenían ninguna importancia.
Fue autor de 60 libros, algunos de los cuales nos han obligado a leer en el colegio y la universidad. Se presentaba como experto en Pizarro y los conquistadores, a quienes les compuso un diccionario biográfico. Minucioso hasta el aburrimiento y soñador hasta la histeria.
El profesor era del Busto. Bajo su exterior serio era sarcástico, provocador y pedante. Para muchas promociones de estudiantes, era un hombre que hablaba a veces de manera rara, se parecía cada día más físicamente a Pizarro y enseñaba detalles insólitos que no tenían ninguna importancia.
Fue autor de 60 libros, algunos de los cuales nos han obligado a leer en el colegio y la universidad. Se presentaba como experto en Pizarro y los conquistadores, a quienes les compuso un diccionario biográfico. Minucioso hasta el aburrimiento y soñador hasta la histeria.
Disfrutaba enseñando, gozaba de tener el control sobre sus alumnos. Tenía ideas muy firmes y convicciones no negociables, pero no era tan necio para creer que otros no pensaban diferente o tenían opiniones distintas de las suyas.
La Universidad Católica, en la que estudió y luego enseñó toda su vida, es una comunidad democrática. Los cargos académicos más importantes son ocupados por elección. Del Busto fue autoridad varias veces y tenía una noción muy clara y contundente de cómo ejercerla. Me imagino que de haber incursionado en la política habría sido otro Alberto Fujimori, aunque sin su origen popular.
Esta imagen, la del monumento a del Busto, contrasta con el abandono de la tumba de Alberto Flores Galindo, tal como lo describe Víctor Arrambide:
"Luego de dar una vuelta (en el cementerio de Surquillo) pregunté a los vigilantes si conocían su tumba, pero nadie lo sabía, así que decidí dar una última vuelta, con el propósito de regresar otro día que tenga más tiempo. Entrando hacia la mano izquierda, frente al pabellón que colinda con el colegio nacional que antes funcionaba en la esquina de Marsano y Angamos, había una tumba, sucia, desatendida, destruida en parte, y como depósito de basura, se ve a duras penas dos nombres: Alberto Flores Galindo Segura / 1949-1990, y el de su padre, Carlos A. Flores Galindo."
¿Por qué nadie se interesó en el estado de su tumba? Flores Galindo también fue profesor en Universidad Católica, pero nunca llegó a tener la influencia que Del Busto. Uno puede pensar que las autoridades de la Universidad no quieren recordar el experimento social en el que Flores Galindo tomó parte
La muerte de Flores Galindo coincidió en el fin del socialismo real en Europa y la crisis de los partidos de izquierda en Perú. El discurso político que triunfó fue el neoliberal, que no tenía ningún interés en cuestionar la distribución asimétrica de la riqueza (al contrario, promovía esa distribución) y lo que necesitaba era un relato que sostuviera y apoyara al Estado, un relato conservador y nacionalista. Por ello fue exaltado del Busto, que justificaba el orden existente.
Esta imagen, la del monumento a del Busto, contrasta con el abandono de la tumba de Alberto Flores Galindo, tal como lo describe Víctor Arrambide:
"Luego de dar una vuelta (en el cementerio de Surquillo) pregunté a los vigilantes si conocían su tumba, pero nadie lo sabía, así que decidí dar una última vuelta, con el propósito de regresar otro día que tenga más tiempo. Entrando hacia la mano izquierda, frente al pabellón que colinda con el colegio nacional que antes funcionaba en la esquina de Marsano y Angamos, había una tumba, sucia, desatendida, destruida en parte, y como depósito de basura, se ve a duras penas dos nombres: Alberto Flores Galindo Segura / 1949-1990, y el de su padre, Carlos A. Flores Galindo."
¿Por qué nadie se interesó en el estado de su tumba? Flores Galindo también fue profesor en Universidad Católica, pero nunca llegó a tener la influencia que Del Busto. Uno puede pensar que las autoridades de la Universidad no quieren recordar el experimento social en el que Flores Galindo tomó parte
La muerte de Flores Galindo coincidió en el fin del socialismo real en Europa y la crisis de los partidos de izquierda en Perú. El discurso político que triunfó fue el neoliberal, que no tenía ningún interés en cuestionar la distribución asimétrica de la riqueza (al contrario, promovía esa distribución) y lo que necesitaba era un relato que sostuviera y apoyara al Estado, un relato conservador y nacionalista. Por ello fue exaltado del Busto, que justificaba el orden existente.