El
asesinato de Pizarro fue descrito por varios cronistas: Agustín de
Zárate, Garcilaso, Francisco López de Gómara, Pedro Pizarro y
Pedro de Cieza de León. Sin embargo, fue Cieza quien brindó la
versión más extensa y detallada del mismo.
Es
a partir del relato de Cieza que José Antonio del Busto elaboró su
propia narración de la muerte de Pizarro, presentándola como el
desenlace de la epopeya de la Conquista y el origen las guerras
civiles subsecuentes, como una muerte heroica. Del Busto tenía en
mente fundamentar la ideología nacional peruana a partir de la gesta
gloriosa de Pizarro. Para ello ya había cumplido con novelar la vida
del conquistador en varias biografías.
La
muerte heroica es tópico literario inagurado por Homero y Virgilio,
apreciado en la literatura de la Antigüedad y continuado en épica
medieval. Cieza, criado en la tradición de los cantares de gesta y
crecido en los ideales del Renacimiento, recurre a él para exaltar
al héroe y glorificar su muerte. Sin embargo, no pensaba en
convertir a Pizarro en el fundador de una nación, menos aún de una
nación que no era la suya. Para Cieza Pizarro fue un valeroso
castellano y no pudo haber sido otra cosa. Del Busto retomó la
narración de Cieza pero con otros motivos. Sus motivos pudieron ser
lícitos, pero el los pervitió al ocultarlos. Quizo convertir a
Pizarro en el actor principal de una tragedia pero se negó a
confesar el caracter literario de su descripción. Desarrolló
vívidamente el asesinato empleando recursos retóricos para
convencernos que Francisco Pizarro era nuestro héroe fundador.
José
Carlos Mariátegui ya había descrito el error de Del Busto años
antes de su nacimiento, la obstinada inclinación a explicarse la
historia peruana novelescamente, la debilidad por buscar héroes
forjadores y animadores de una realidad de la cual han sido opacos
instrumentos. No se tenía ningun interés en investigar los
fundamentos de los eventos, sino que toda la atención se le
entregaba a las dramatis personae. ¿Qué llevó a del Busto a esta
actitud?
Del
Busto había mantenido siempre una actitud conservadora,
reaccionaria, opuesta a cualquier revisión del relato elaborado por
Riva Agüero, Belaúnde y Porras Barnechea. En el recuerdo de Pepi
Patrón, él se parecía cada año más y más a Pizarro. ¿Por qué
esta identificación, esta mimetización con el conquistador? Del
Busto se sintió ofendido el día en que la estatua ecuestre de
Pizarro fue retirada de la esquina de la plaza de armas. Acaso,
parecerse cada vez más al conquistador lo hacía parecerse menos y
menos a los conquistados. Del Busto proclamaba que era un mestizo
pero adoptaba, concientemente o no, más rasgos españoles. Del Busto
desaparece, se vuelve nada, para que resurja Pizarro.
Del
Busto era predecible, tenía que mantener la ilusión de Pizarro como
héroe fundador del país. Para ello tenía que eliminar todo lo
turbio y vergonzoso de su vida. Del Busto quería vivir la impostura
de Pizarro porque él mismo era un impostor. Me imagino que el
hubiera querido un Pizarro joven y atrevido, con gesto épicos, como
lo fue Hernán Cortez.
Ahora
¿cómo ajustar las cuentas con alguien que ya está muerto? Porque
Del Busto murió el 2006 y fue a su tumba llevándose su engaño. Yo
lo conocí y lo escuche siendo alumno suyo hacia 1990. Del Busto
hacía dictaba su curso de la manera más tradicional. Se paraba
delante nuestro, investido de autoridad y afamado como el biógrafo
definitivo de Pizarro, a quien había dedicado más de una docena de
libros, y nosotros, simples alumnos, neofitos, novatos, ignorantes
del tema, tan solo podíamos sentarnos al frente y escuchar. El
conocía el tema y ninguno de los alumnos estaba en situación de
discutir sus afirmaciones. Pero ya entonces yo sospechaba que nos
engañaba, que ocultaba algo, pero tenía forma de probarlo. Sabía
que me mentía y no tenía medios para desbaratar su mentira.
Hoy
si lo puedo hacer, puedo descubrir su impostura. Sin embargo me doy
cuenta que Del Busto no era un extremista, sino un moderado, que
había dejado a un lado las exageraciones y disparates de Riva Agüero
y Porras, buscando hacer la narración conservadora de la conquista
más aceptable para la mayoría de los peruanos.
Pero
volviendo a Pizarro, ¿cuándo nació? Del Busto afirma que en 1478,
incluso establece unas posibles fechas entre marzo y abril. Deduce la
fecha del nacimiento de Pizarro de la afirmación de Cieza según
quien el conquistador murió a los 63 años y dos meses. Esta fecha
es aceptada por consenso entre hispanohablantes, pero entre
angloparlantes la fecha mencionada como probable es la que da William
Prescott, 1471.
La
diferencia de años es importante para iluminar el origen de Pizarro.
¿Fue Gonzalo Pizarro el largo el padre de Francisco Pizarro? Del
Busto afirma que Francisco Pizarro nació en 1478, hijo de Gonzalo,
nacido en 1455. Gonzalo debió tener 23 años cuando engendró a
Francisco. Francisco debió tener 17 años cuando se enroló en la
hueste del Gran Capitán para la campaña italiana de 1495. Pero esto
es lo que no se entiende plenamente. Francisco afirmaba haber servido
como soldado en Italia, del Busto asegura que esto fue durante la
primera campaña del Gran Capitán, ¿pero cómo habría podido
enrolarse como soldado? Cuando un capitán convocaba una jornada, a
sones de trompeta y a tambor batiente, pedía a los concurrentes su
hoja de servicios, su conducta, que ellos guardaban en un tarro de
latón lacrado, para tener constancia de su comportamiento en
anteriores jornadas. Por principio no se recibía a los menores de 20
años, aunque esta norma no era respetada. Un español famoso, Miguel
de Cervantes, se enlistó a los 21. El postulante a sentar plaza de
soldado debía demostrar experiencia, debía traer su conducta de
jornadas anteriores. Un muchacho que se presentaba al llamado no era
registrado como soldado, sino como paje de armas o mochilero, un
aprendiz que debía ser entrenado. Si Francisco Pizarro fue soldado
en Italia debió tener más de 20 años en 1495. ¿Qué ocurre si la
fecha de su nacimiento en la mencionada por Prescott? Si nació en
1471 tenía 24 años al comenzar la campaña italiana, pero entonces
el supuesto padre, Gonzalo el Largo, lo debió haber engrendrado a
los 16 años. ¿Era su padre? Ya se propuesto antes que el verdadero
padre del conquistador fue su abuelo Hernando Pizarro. Gonzalo
Pizarro nombró a todos sus hijos en su testamento y reconoció a sus
hijo extramaritales Gonzalo y Juan, pero nunca mencionó a Francisco.
Cuando Francisco Pizarro y los hijos de Gonzalo el Largo se
conocieron en Trujillo, más que hermanos parecían tío y sobrinos:
al mayor, Hernando, le llevaba 25 años y al menor, Juan, casi 40.
Del
Busto presentó una biografía de Pizarro clara y sin contradicciones
porque quería establecer el origen del Perú como una narración
clara y sin contradicciones. No podía dejar a us personajes en la
incertidumbre, sin saber cuando nacieron o cuales eran sus relaciones
parentales. Reclamaba como definitiva la narración que la República
oligárquica había hecho de la historia de este país y exigía e
sometimiento de todos los que se llamaban peruanos a ese relato, pero
mostraba más respeto por los hombres andinos. En "El árbol del
porquerizo" trató de demostrar el origen distinguido y
extraordinario del conquistador, emparentándolo con Ciro el Grande,
Alejandro Magno y el rey Arturo. Deliberadamente ignoraba que muchas
de las genealogías que citaba eran fantásticas y habían sido
escritas como elogios y justificaciones de la posicion privilegiada.
Pizarro
era el héroe de Del Busto, pero Atahualpa era descrito en su
majestad de soberano. A diferencia de Riva Agüero y de Porras, ya no
hablaba de la absoluta bendición que fue la llegada del cristianismo
a los Andes. A pesar de ello, la Verdad, en mayúsculas, él ya la
había proclamado. El Perú era el resultado de la gesta de titanes:
los conquistadores, los próceres de la Independencia, los héroes de
la guerra del Pacífico. El Perú no era obra de la gente común ni
podía ser cambiado por ella. Nuestros actuales líderes debían
alcanzar la talla de los gigantes que habían forjado esta nación.
Pero
ya es el momento de abandonar el sueño de la nación, como hemos
abandonado el sueño de la razón. Dejar de buscar la peruanidad, el
alma del Perú, y empezar a conocer los rostros de los peruanos.
Del
Busto, incluso desde el punto de vista positivista, había convertido
a la historia en una pseudociencia. El afirmaba que la ciencia era la
busqueda de la verdad, pero al mismo tiempo aseguraba que él ya
había encontrado la verdad. Fundamentaban su versión de la historia
en supuestos extrahistóricos. En consecuencia ya no había nada más
que buscar y la investigación histórica había terminado, todo
texto histórico escrito después de él sólo podía estar de
acuerdo con él y ser cierto, o estar en desacuerdo y ser un engaño.
Al llevar el debate a esta situación Del Busto había degradado su
propio trabajo a pseudociencia. Más le habría valido y más nos
habría servido que declarara sus libros novelas y hubiera aceptado
que lo suyo era la literatura.
Para
Del Busto siempre eran los héroes. La misma circunstancia de que él
rescatara la biografía, la biografía de Pizarro que escribió
tantas veces, como modelo de relato histórico nos deja en claro que
Del Busto no quería abandonar el relato que ya se había hecho de
nuestro país. Cuando él decidió escribir biografías, de Pizarro y
de hueste perulera, la biografía como género historiográfico ya
había perdido vigencia.
El
momento culminante de la muerte de Pizarro queda definido por la
actitud del conquistador. Pizarro se prepara de forma digna y
tranquila para defender su vida y su honor, dirigiéndose a su espada
con serenidad.
Del
Busto siguió a Cieza en su descripción de los últimos momentos del
conquistador, pero no se detuvo a considerar el carácter épico de
su descripción. Aunque la calma de Pizarro al enfrentar su muerte
resulta históricamente verosímil, el objetivo de Cieza es
literario: explica como una vida de trabajos y penurias lo había
preparado para situaciones desesperadas. La experiencia de la
Conquista le había enseñado a reaccionar con tranquilidad. La
relación con la espada resulta más propia de un hombre letrado como
el autor que de Pizarro, quien tenía un conocer marginal de la
tradición literaria de este soliloquio. Es por ello que esta
anécdota solamente se encuentra en la crónica de Cieza de León.
Cieza la incluyó en su narración en el fin de dramatizar los
sucesos y exaltar a su héroe. La concepción de la historia en Cieza
es ejemplar y pedagógica. La actitud del conquistador y su relación
con su espada aparece en otras historias heroicas. Beowulf admira a
la espada Hrunting. En la Chanson
de Roland, Roland
se despide de su espada Durendal. En el Cantar
de Mío Cid, el
Campeador esgrime orgulloso sus espadas Colada y Tizona ganadas con
honra en sus batallas.
Además Pizarro muestra una actitud ceremoniosa y
caballeresca al vestirse y armarse antes de morir.
La recreación de la muerte de Pizarro que hace Cieza es
imaginativa y no se ciñe a la definición histórica que tanto
predicaba Del Busto. El cronista no fue testigo de los hechos. De
hecho no quedaron testigos, ya que los todos los compañeros de
Pizarro de aquel día murieron: su hermano Francisco Martín de
Alcántara, Francisco de Chávez y sus dos pajes. Esta parquedad de
los datos otorga a Cieza la ocasión de ilustrar su concepción
heroica de la historia a través de la murte de Pizarro y la
relaciona con la tradición literaria del elogio de grandes hombres
del pasado.
El
cronista tiene presente la literatura clásica y retoma las hazañas
de Alejandro de Macedonia, Aníbal, y Julio César para desarrollar
el ideal del héroe militar. Sobre este trasfondo clásico, Cieza de
León reconstruye la trayectoria de Francisco Pizarro como una vida
heroica. En la Crónica
del Perú nuestro
cronista califica al conquistador del Perú: en la Tercera
Parte, como
"valiente", "esforzado", "buen capitán",
"perseverante"; en Salinas,
"ambicioso",
"inclinado a las leyes"; en Chupas,
"temerario"
y "valiente".
La muerte del conquistador es la culminación de una
vida heroica y su narración es elegiaca.