martes, 5 de septiembre de 2017

Martín González de Cellorigo

El siglo XVI fue para España la centuria del apogeo y de la bancarrota. A pesar de los tesoros ganados en América, la Corona se declaró en quiebra tres veces. Aparecieron escritores que indagaron las causas del fracaso económico y ofrecieron soluciones a los problemas del reino. Ellos fueron conocidos como los arbitristas.
Durante los siglos XVI y XVII Castilla vio una reducción paulatina y continua de sus sectores productivo. En 1619 la crisis era tan evidente que Diego Corral y Arellano, miembro de los Consejos de Estafo, Hacienda y Castilla, redactó a pedido del rey la «Consulta hecha por el Consejo Real a su Majestad sobre el remedio Universal de los daños del Reyno y reparo dellos». En eate documento se reconocía por primera vez y de manera oficial la crisis económica española.
Martín González de Cellorigo fue un antiguo funcionario de la Real Chancilleria de Valladolid que en 1600 dirigió al rey Felipe II un «Memorial de la política restauración de España» en el que estudiaba las causas de la decadencia del reino y proponía las medidas correctoras.
España habia prosperado siguiendo las leyes naturales que ponían el origen de la riqueza en el trabajo y la industria humana y se arruinó cuando las se rindió a la codicia de oro y plata. Entendía que la llegada del oro de Indias no significaba prosperidad sino problemas. La auténtica riqueza estaba en la labor de los campos y la industria. Por codicia los conquistadores habían pasado a las Indias y habian distraido la atención que se debia a las verdaderas fuentes del desarrollo.
Hacia 1590 se produjo una crisis de conciencia en la metrópoli.
El reinado de Felipe II terminaba marcado por la derrota ante Inglaterra, Francia y Holanda. En 1596 se declaró la tercera bancarrota real. Castilla se hundió en la depresión económica, entre malas cosechas y epidemias. Los campesinos huyen hacia los centros urbanos, especialmente hacia hacia Sevilla, el gran puerto de las Indias. Aquí la situación se volvía mas desconcertante, porque Sevilla vivía una etapa de pujante comercio y era la cara opuesta de la miseria de Castilla. Este contraste demostraba la inutilidad de los tesoros de las Indias.
El descubrimiento del Nuevo Mundo habia sido recibido en España como una señal del favor divino para España y una bendición para la Cristiandad. Pero el Nuevo Mundo se había vuelto un espejismo y una trampa.
A diferencia de los escolásticos, los arbitristas no simplicaron la decadencia económica hasta convertirla en una consecuencia de los vicios y las malas costumbres, sino que encontraron su origen en el abandono de las actividades productivas. Ellos creian que España había vivido un tiempo mejor y mas próspero, bajo el gobierno de los Reyes Católicos, y querían volver a el. Por eso su insistencia en la restauración del reino.

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