viernes, 22 de abril de 2011

La invención de un país

Se le ha hecho decir a Marx que la violencia es la partera de la historia, bajo la idea de que la historia es un hecho natural y las naciones nacen, crecen y envejecen. Si las naciones tienen vida propia no dependen de las personas sino que pesan sobre sus vidas. Flores Galindo seguía viviendo bajo esta idea y pensaba que los pueblos americanos tenían algunas cosas en común. Deseaba fervientemente que tuviéramos algo en común.
Para él todos los pueblos americanos se habían desarrollado aislados del cuerpo principal de la humanidad que vivió en el Viejo Mundo. No tuvieron conocimiento de las técnicas y las herramientas que se habían diseminado por en Europa, Asia o Africa. No desarrollaron mercados y recurrieron a otros mecanismos para integrar a sus comunidades. Desconocían el hierro, las armas de fuego, los caballos, los vehículos con ruedas, la navegación a grandes distancias y los alfabetos. La ausencia de todos estos elementos centrales en las sociedades del Viejo Mundo permitió poner límites a las sociedades americanas y diferenciarlas. Los españoles lo hicieron con mucha facilidad y llamaron a los hombres americanos indios.
Las sociedades avanzadas americanas, las altas culturas indias, resultaban paradójicas, ya que a pesar de los asombrosos logros alcanzados en organización económica, ingeniería o astronomía, mostraron ante los ojos de los occidentales unas profundas deficiencias materiales, las cuales pudieron limitar seriamente su desarrollo. Así, por ejemplo los mayas, capaces de emprender gigantescos proyectos urbanos continuaban viviendo en la edad de piedra, ignorantes de la metalurgia. Los aztecas y los incas fueron capaces de construir extensas calzadas y caminos, pero ignoraron la rueda. Realizaron grandes proyectos de irrigación pero desconocieron el arado. Más aún, pese al desarrollo del cálculo y la astronomía, no se prosperó la navegación a largas distancias ni la cartografía. Los pueblos americanos se ignoraron entre sí y vivieron en un espacio extraordinariamente fragmentado, de manera que no ocurrió ningún intercambio de conocimientos o técnicas entre las diferentes culturas originarias. Cada foco de civilización americano se desarrolló aislado, creó su propia tecnología y la llevó hasta sus límites, sin nutrirse la experiencia e inventiva aparecida en otros lugares, sin prestar ni heredar sus éxitos. Todos los valores, las ideas y los mitos tuvieron que ser inventados una y otra vez. Las culturas americanas pudieron ser calificadas de quiméricas y autárquicas. Estas características explicarían parcialmente la facilidad de la Conquista.
La Conquista española de América fue veloz. La ausencia de comunicaciones entre los pueblos americanos hizo que los mayas y los aztecas no supieran nada de la Conquista española del Caribe. Esta campaña no involucró episodios militares espectaculares. Aunque los conquistadores emplearon la fuerza, probablemente su técnica más importante de dominio fue la captura de los caciques y el empleo de su autoridad para controlar a la población aborigen. Los españoles también aprovecharon la circunstancia de que los pueblos indígenas no estaban unidos y solían colaborar con los invasores para obtener ventajas frente a sus enemigos locales. Aunque los conquistadores no estuvieron organizados en ejércitos permanentes, sino convocados para campañas definidas, el uso de armaduras, espadas, lanzas y caballos les confirió una ventaja técnica abrumadora frente a cualquier ejército indígena al que se enfrentaran. En campo abierto, doscientos españoles solían derrotar a fuerzas indígenas de varios miles, sufriendo pocas bajas, gracia a su técnica militar superior.
Los incas no supieron nada de la Conquista de México. El asalto de los conquistadores los tomó completamente desprevenidos. La invasión de la región andina puso fin a un largo período de desarrollo autónomo e inició un período devastador de presencia hispánica en los Andes. Las consecuencias de este período las continúan viviendo las sociedades latinoamericanas en la actualidad. La Conquista produjo un cambio radical de las sociedades andinas, pero no causó su extinción. Las poblaciones indígenas conquistadas no fueron aniquiladas, ni completamente aculturadas, ni terminaron por disolverse en nuevas culturas sincréticas como las que se desarrollaron en el mundo antiguo, sino que respondieron de manera distinta ante la dominación española. En la costa de Perú, los asentamientos indígenas desaparecieron y población superviviente fue ampliamente aculturada. Abandonaron sus idiomas originales y con ellos perdieron una forma de diferenciarse de los inmigrantes del Viejo Mundo, fuesen españoles o sus esclavos. Debido a ello en el futuro la costa no fue escenario de levantamientos indígenas. El sincretismo cultural entre Occidente y el mundo andino ocurrió en las tierras altas, tanto en la cultura, como en la vida cotidiana y en la religiosidad popular. Las autoridades españolas fundaron una sociedad estamental y promovieron una actitud tradicional que creó la imagen de las dos repúblicas bajo un mismo sistema colonial, una república de españoles y otra república de indios.
La relación que ellos [los españoles] entablaron con los indios fue una relación de imposición y asimétrica. 
José Antonio del Busto dio una versión de la asimilación de indios y españoles para la formación del Perú. El definió al Perú como una realidad histórica de tres dimensiones distintas: el Perú como patria, el Perú como nación y el Perú como Estado. La patria nació en el tiempo antiguo, porque para él ya el Tahuantinsuyo era el Perú. Según del Busto el Perú surgió del virreinato como independiente, uninacional, pluricultural, multilingüe y mestizo.
La imagen que del Busto nos ofrece produce asombro. Los luchadores de la Independencia no se llamaba a si mismos nacionales ni nacionalistas, sino patriotas. Incluso ahora seguimos hablando de las batallas entre patriotas y realistas. La Independencia americana difícilmente puede relacionarse con el nacionalismo. Más de una vez los Estados independientes pudieron dejar de ser naciones (no solo por las tensiones étnicas sino también por la fragmentación política (basta recordar el separatismo de Arequipa y el sur andino). Hasta hace un par de décadas no reconocía su diversidad cultural y su multiplicidad lingüística (de hecho se combatió la existencia de otras lenguas y forzó la difusión del castellano) y el mestizaje. Los oligarcas de hace un siglo se daban cuenta que el país era mayoritariamente indio y querían forzar el mestizaje, dando primacía a la herencia occidental e hispánica y rechazando los orígenes andinos y los aportes de otros pueblos, africanos y orientales. Para lograr el mestizaje que anhelaban promovieron la migración de colonos europeos. La República criolla estableció al país sobre fundamentos racistas.
Por racismo entendemos algo más que el menosprecio y la marginación: entendemos un discurso ideológico que fundamenta la dominación social teniendo como uno de sus ejes la supuesta existencia de razas y la relación jerárquica entre ellas. 
Por eso he preferido hablar de la invención de un país y no del nacimiento de una nación. Los intentos de fundar una nación en Perú han sido decepcionantes. Tal vez sea mejor descubrirnos como paisanos y entender que lo que nos une es la convivencia en esta tierra.
Se puede simplificar la oposición entre Flores Galindo y Del Busto a una confrontación entre dos formas de nacionalismo socialista y otro racial. Nos han insistido tanto con este debate que ya nos olvidamos que es ficticio. Las naciones no son entes naturales sino construcciones sociales. La misma geografía ha sido configurada por nuestro orden (o desorden) social.
La controversia se origina en la definición imprecisa y contradictoria de nación. Ambos estaban de acuerdo en que una nación era una colectividad que se extendía más allá de las relaciones de parentesco o de residencia, asociado a la conciencia de una identidad particular y específica. Pero se negaban a aceptar, sobretodo del Busto, que esa comunidad estaba definida fantásticamente. Tenemos que buscar de manera voluntaria y consciente características que nos permitan reconocernos. Seleccionamos las características que hacen posible identificarnos como nacionales. La nación y el nacionalismo, pese a sus nombres, no son naturales. Ambos son resultado de una ideología articulada para convencer a la gente de su identidad nacional. El nacionalismo busca encontrar la identidad de la persona fuera de ellas misma, en el pueblo, en la nación. 


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